viernes, 8 de marzo de 2013

8 de marzo: Rompamos el techo de cristal


Manifestación 8 marzo de 2009
Algunos soñamos que este nuevo milenio, el siglo XXI, sería el siglo de la inclusión, el siglo de la participación de las mujeres en condiciones de igualdad. Han pasado ya más de cien años desde la proclamación del Día Internacional de la Mujer y de la primera manifestación internacional que congregó a millones de mujeres para reclamar el derecho al voto. Y es verdad que hemos avanzado mucho, que las mujeres han ganado visibilidad y espacio público, conquistas y derechos que reconocen su centralidad en al sociedad, pero no es menos cierto que su situación arrastra aún una larga distancia que nos separa de la equiparación con los hombres.
Mariana Pineda. Heroína de la causa liberal del siglo XIX.

Seguramente que hemos avanzado mucho en los últimos años en el marco legislativo con leyes que consagran y protegen una igualdad de trato y entre hombres y mujeres que nos colocan en Andalucía a la vanguardia en el campo de los derechos ya no solo de Europa sino del mundo.

Pero no nos podemos conformar. La igualdad entre los sexos es una condición indispensable para el desarrollo de una sociedad y me atrevería a decir que es también un arma esencial para luchar contra la pobreza extrema y para combatir la discriminación.

Por eso creo firmemente que hay que seguir con una disposición vigilante para que ninguna decisión legislativa deje de contemplar la perspectiva de género. Hay que continuar rompiendo los techos de cristal que aún permanecen en diferentes ámbitos. Hay que seguir avanzando en el ámbito de la empresa.

Viñeta de Forges
Hoy más que nunca, inmersos como estamos en plena crisis, debemos defender sin rubor que el mejor mercado laboral es el que más propicia la igualdad real entre hombres y mujeres porque genera más posibilidades de empleo y más productividad. Tenemos que combatir los prejuicios y las disparidades que redundan en perjuicio de las mujeres en todo su ámbito. Y hay que seguir insistiendo en la necesidad de incentivar los planes de igualdad en la pequeña y mediana empresa y terminar de una vez con la discriminación salarial entre hombres y mujeres.

La incorporación de la mujer en el mercado laboral en condiciones de plena igualdad, no es que sea necesaria, es imprescindible. No podemos desperdiciar tanto talento. No se trata de “masculinizar” a las mujeres. Se trata por tanto de “feminizar” a las organizaciones, a las empresas, que nos impregnen con sus características y capacidades tan específicas, únicas y excepcionales, porque así, estoy convencido, seremos mucho mejores.

Para alcanzar una verdadera inclusión e igualdad tendremos que centrarnos en los factores que establecen límites a la participación de las mujeres en la vida pública y promover activamente la igualdad de oportunidades para las mujeres en los sectores público y privado.

Cupón de la ONCE dedicado al Día Internacional de la Mujer en 2012
Las mujeres siguen transformando la sociedad pero ese techo de cristal sigue intacto y la disparidad salarial es aún una realidad. La pobreza y la discriminación por cuestiones de género siguen siendo lamentablemente una realidad muy cotidiana. Y no podemos olvidar que la responsabilidad de las mujeres con algún tipo de discapacidad es equivalente en exigencia de la que viven el resto de las mujeres, pero con mayores limitaciones. Por tanto el riesgo de doble discriminación, por el hecho de ser mujer y con discapacidad, supone una barrera más que entre todos debemos superar.

Este nuevo 8 de marzo nos pone pues mucha tarea por delante. El papel y la responsabilidad de los poderes públicos, de las administraciones, es clave, sin duda. Pero es deber de todos, del conjunto de la sociedad civil, de las empresas, de los empresarios, los emprendedores, los agentes sociales, de las universidades, los medios de comunicación. Abordar la igualdad de sexos como una prioridad efectiva debiera ser una prioridad colectiva. Una prioridad de la agenda política y de nuestros corazones. 

Mujeres en silla de ruedas durante una carrera
El Día Internacional de la Mujer, ha sido siempre y sigue siendo una fiesta profundamente reivindicativa, una conmemoración en la que podemos y debemos sentir satisfacción por los espacios de dignidad conquistados. Pero lejos de sentir nostalgias, nos debe servir para encarar el futuro con la misma valentía con la que un día un lucharon para conseguir el voto.

La mujer sigue asumiendo funciones y tareas en nuestra sociedad que nos corresponden a todos por igual. Pero no busquemos más culpables a nuestro alrededor. Mirémonos al espejo para preguntarnos qué puedo hacer yo para hacer frente al desafío del cambiar el mundo a través de la igualdad y la justicia. Porque a lo mejor el inicio del cambio del mundo comienza en nuestra propia casa, en nuestro propio hogar, con nuestras propias parejas y nuestra forma de entender el mundo.

Nos queda mucho por hacer, a todos y a todas. Y en el ámbito de las personas con discapacidad mucho más aún. Por eso hay que seguir insistiendo, hay que seguir intentando romper ese techo de cristal y hay que seguir celebrando este 8 de marzo para alcanzar un día ese sueño, de una verdadera inclusión, una verdadera igualdad.